Cuando el apellido pesa en un Tratado

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Por Juan Danell Sánchez ⁄ FOTO: SOStenible

Se trataba de anunciar un congreso lechero en una rutinaria conferencia de prensa. Evento en el cual los productores mexicanos de este alimento intentarán despejar dudas, abatir mitos y tabúes, pero sobre todo dejar muy en claro la importancia que tiene el consumo de leche en todas las etapas de la vida de los seres humanos: algo así como ir más allá de las coyunturas mercantilistas determinadas por los intereses de las grandes empresas lácteas, multinacionales dominantes del mercado mundial, y que bajo sus parámetros de ganancia es como se recomienda a la sociedad tomar o no este producto pecuario.

En México las distorsiones y falsedades sobre la realidad en la producción y consumo de leche alcanzan niveles surrealistas. Las estadísticas atesoran números pontificados para resguardar la mejor imagen de las autoridades, léase funcionarios de Sagarpa y el propio Gobierno de la República; los productores se retuercen y mientan madres por las penurias que viven todos los días, pero lo hacen en voz baja, no sea que los vayan a escuchar y les jalen las orejas por quejosos; los consumidores se mantienen apáticos y los que tienen para comprar un litro de leche, lo hacen, y los que no tienen pues ni en cuenta.

Pero la leche es un negocio de grandes números y futuro certero. Este mercado en México significa al año alrededor de 350 mil millones de pesos, más o menos; la importancia de este sector es lo que representa en la producción de capital humano, es decir, de seres humanos fuertes, bien dotados física y mentalmente, capaces para desempeñar cualquier actividad productiva en pro del desarrollo del país.

El caso es que Salvador Álvarez, dirigente de los lecheros y convocante de la conferencia de prensa expuso sus motivos por los que realizarán su congreso en Guadalajara, Jalisco, en la penúltima semana de agosto. Estaba flanqueado a su diestra por el Coordinador General de Ganadería de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), Francisco Gurría, en el centro del pódium. El lugar de las personalidades.

Ahí el dirigente lechero reclamó “piso parejo” para los productores nacionales del lácteo en las renegociaciones del Tratado Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), 23 años después de su primera emisión. La exigencia tiene, como la canción, sus motivos. En el TLC original nunca tomaron en cuenta a los lecheros y todo ese tiempo les fue un calvario para los medianos, pequeños y micro productores, que ocupan 92.7% del padrón lechero integrado por 280 mil estableros, el restante del porcentaje lo componen las grandes empresas de “clase mundial”, dijo pomposo el subsecretario Francisco Gurría, que compiten con los más pintados en el mercado internacional.

Álvarez soltó directo, suavecito, “en la renegociación del TLCAN nos oponemos rotundamente a la importación de leche cruda y quesos, por una razón contundente; evitar posibles contagios de enfermedades y epizootias propias del ganado de los países desarrollados, como el de las “vacas locas”, del que México está libre”. A ver qué dicen los gringos ante esta postura; está en veremos.

Gurría torció la boca y empezó a frotar con la diestra esa vejez de su barba estilizada. La intolerancia, que ya en otras ocasiones lo ha traicionado, se volcaba en sus respuestas y lo llevó a presumir que hace 25, 23 años, dijo, los integrantes del “cuarto de junto” integrado por los empresarios de todos los ramos productivos de México en las negociaciones del TLC para asesorar a los funcionarios negociadores, no sabíamos nada, no sabíamos qué hacer, no teníamos información, ni experiencia.

Vaya, aquello fue un desastre, por cierto; como lo comentara en corto, a quien esto escribe, Jesús González Gortazar, dirigente cañero en ese tiempo y que fue parte de ese “cuarto”, en Washington, cuando concluyeron las negociaciones del Tratado.

Pero, ahora es diferente, afirmó categórico Gurría, porque los mismos que conformaron aquel “cuarto de junto”, son los mismos que están en la renegociación del TLCAN, y eso no lo tiene ni Estados Unidos, ni Canadá. En su entender, por ese simple hecho, México lleva ventaja.

Además, ahora se convocó a todos los productores del campo, dijo ufano, y los que no asistieron al cabildeo fue porque no quisieron, pero a todos se les invitó. Así de claro y así de contundente.

Y a la reportera de El Universal, Ivette Saldaña le surge la duda y pregunta cuántos productores convocados asistieron y cuántos no lo hicieron, para poder contar con un indicador del interés de los campesinos mexicanos en el TLCAN, y puntualizó que algunos porcicultores no asistieron a las consultas respectivas.

Gurría se prendió: “falso, eso que dices es falso, no es cierto” y se acodó sobre el pódium con la cara muy hasta el frente y mirada de saeta sobre la reportera; “de dónde sacaste eso, dime quiénes son los que no asistieron”. De no estar Salvador Álvarez a su lado, el pódium y tres filas de sillas ocupadas por reporteros, el funcionario demuele con su adusta expresión a la periodista que cumplió con su trabajo de preguntar para aclarar.

–Entonces ¿Cuántos asistieron? — insistió Ivette.

–Cien por ciento, cien por ciento, y te lo compruebo con listas firmadas de los asistentes, porque las tengo— lapidó Gurría. Y Salvador, el dirigente lechero, por tercera ocasión palmeó el antebrazo izquierdo del funcionario de Sagarpa con la intención de serenarlo. Sí, Álvarez salió al quite capote en voz, como en las desventuradas tardes de toros; tomó la palabra sin esperar la respuesta aprobatoria del hermano del secretario general de la Organisation of Economic Cooperation and Development (OECD), Ángel Gurría Treviño, y explicó apresurado, turbado, que “efectivamente todos los productores del sector participaron y fueron consultados, unos en línea, otros a través de un disco compacto conteniendo su postura en la renegociación del TLCAN, pero todos participaron”.

Y si ya no hay más preguntas, pues muchas gracias por su asistencia.

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