FOTO: SOStenible
El seguimiento de indicadores claves de bienestar, con un nivel de desagregación espacial no disponible previamente en Latinoamérica, fue la base para que un grupo de investigadores analizara los factores que imperan y alimentan “trampas” de pobreza y vulnerabilidad en territorios de esta región. El análisis fue centrado en Chile, México y Perú, y logró identificar los principales cuellos de botella –económicos, institucionales y de economía política– que impiden un crecimiento inclusivo.
El trabajo está contenido en el recién publicado libro Trampas territoriales de pobreza, desigualdad y baja movilidad social: los casos de Chile, México y Perú, que fue coordinado por Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural y financiado por el International Development Research Centre (IDRC) de Canadá.
El libro fue impreso en México y coeditado por Rimisp, por el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY) y la Universidad Iberoamericana (IBERO).
Los coordinadores del libro son Anthony Bebbington (Clark University), Javier Escobal (Grupo de Análisis para el Desarrollo, GRADE, Perú), Isidro Soloaga (IBERO) y Andrés Tomaselli (Rimisp), e integra aportaciones de ellos mismos; de Ma. Ignacia Fernández, Directora Ejecutiva de Rimisp; Juan Fernández Labbé, Ricardo Fuentealba, Mariana Pereira, Juan Enrique Huerta Wong, Rosa María Lechuga Morales y Gerardo Damonte. Julio A. Berdegué es el autor del prólogo.
En la síntesis de resultados, el libro establece que a escala mundial en los años recientes diversos autores han revelado los patrones espacialmente diferenciados del desarrollo económico tanto en los países desarrollados como en las naciones en vías de desarrollo. En América Latina las desigualdades territoriales son un hecho constatado y el programa Dinámicas Territoriales Rurales (DTR) de Rimisp mostró que el crecimiento económico de la región no ha traído beneficios iguales a las distintas zonas dentro de los países. Entre otras evidencias, el libro señala que en el periodo de 2000 a 2010 la gran mayoría de parroquias de Ecuador y municipios de Brasil presentaron crecimiento económico con reducción de la pobreza y mayor equidad, pero en México esas dinámicas virtuosas sólo alcanzaron al 1% de las municipalidades.
La obra destaca que la falta de cohesión social, la existencia de clases políticas de tipo clientelar, la debilidad del estado de derecho, la ausencia de élites emergentes, el acceso desigual a mercados y las asimetrías de información y de acceso a programas públicos fomentan las desigualdades espaciales. Y ofrece –con una propuesta extensiva hacia toda Latinoamérica– fórmulas y puntos de entrada para generar políticas públicas territoriales que corrijan esto e impulsen procesos de crecimiento regionalmente incluyentes.
Para la conformación de este libro se realizaron seis estudios independientes entre sí, pero con una línea metodológica compartida, y se extrajeron conclusiones comunes en los tres países analizados.
El libro dice: “Gracias a técnicas estadísticas –como las Estimaciones de Áreas Pequeña (SAE, por sus siglas en inglés), que permiten obtener desagregaciones espaciales de los niveles de ingreso de los hogares–, este estudio presenta dinámicas de pobreza y vulnerabilidad a nivel de territorios funcionales en Chile y México y a nivel provincial en Perú. Además, y tomando en cuenta la representatividad geográfica de los Censos, se indaga sobre la distribución de la igualdad de oportunidades, también con un nivel de desagregación espacial que no se ha hecho en estudios anteriores. Asimismo, mediante la generación de pseudopaneles, se estudian las dinámicas de bienestar, incorporando dimensiones territoriales altamente desagregadas en el análisis (municipios, provincias y territorios funcionales).”
Los estudios de caso a nivel de territorio sirvieron para corroborar con un análisis muy detallado que las trampas de pobreza están asociadas con la falta de cohesión social, una clase política de tipo clientelar y con la debilidad del estado de derecho. También, que la localización geográfica de las personas determina tanto la velocidad a la que se cierran las brechas de ingreso entre los grupos relativamente más pobres y los relativamente más ricos, como los niveles de ingreso a los cuales se converge. Éstos son menores para los grupos más pobres de la sociedad.
Una consideración que destaca en el libro es que entre 7% (Chile) y 14% (México y Perú) de la población en los países analizados habita en territorios entrampados en muy bajos niveles de oportunidades para los jóvenes.
En Chile, los territorios estudiados se caracterizan por tener una élite sin compromiso con el crecimiento ni con la inclusión. Y la llegada de agentes externos al territorio, con elevados flujos de capital, redes conectadas con el poder estatal y una visión “modernizadora”, es lo que logra sacar al territorio de su situación de rezago. Asimismo, el tipo de actividad productiva es clave: los territorios de explotación de recursos naturales, sin valor agregado alguno, permanecen entrampados, mientras que aquellos donde se produce encadenamiento de valor logran salir de la trampa.
En México se identifican asimetrías de información en cuanto al acceso a programas públicos que favorecen a ciertos grupos en desmedro de otros. Y se observa que la salida de la situación de trampa está asociada a una mayor competencia política y en cambios en la producción agrícola que permiten incrementar ganancias.
Para el caso de Perú, se observa que los territorios se hallan inmersos en procesos de permanente construcción que se asocian con cambios en las estructuras productivas locales, con construcción de nueva infraestructura y con apertura de mercados. Esos cambios generan bifurcaciones que, al definir un acceso desigual a nuevos mercados, dejan tras de sí ciertos espacios y poblaciones entrampados en bajos niveles de bienestar.
El libro establece que en el periodo 1990-2012 Chile y Perú registraron un crecimiento anual del PIB per cápita (de 3.8% y 3.5%, en ese orden) superior al promedio latinoamericano (de 1.7%). Pero México (con 1.2%) creció debajo de tal referencia y por tanto mostró un relativo estancamiento.
“De alguna manera –dice– las cifras nacionales de pobreza reflejan lo acontecido en el contexto macroeconómico. Mientras que en el agregado nacional, Chile y Perú han logrado reducir significativamente la incidencia de la pobreza, para el caso mexicano y en 2010, las cifras muestran niveles de pobreza prácticamente iguales a los del año 2000.”
Aun así, los tres países presentan un rasgo común relacionado con la presencia de desarrollo social espacialmente heterogéneo. Para el caso de México, resalta que entre 1990 y 2010 hubo incrementos en los niveles de pobreza en 16% de los municipios, en general concentrados en la zona sur del país. Ello contrasta con 64% de los municipios, ubicados en el norte y centro y en la península de Yucatán, que mostraron en promedio dinámicas positivas en el bienestar de las personas.
En Chile, en 1992-2002, el 57% de los territorios disminuyeron sus niveles de pobreza, pero ésta se mantuvo sin cambio en los territorios estudiados. En Perú, en 1993-2007 las provincias con reducción de pobreza se situaron en la franja costera, así como en la capital de la región Cusco, en algunas provincias de la selva norte y en Madre Dios, en la selva sur; mientras, en ciertos espacios de la región de la sierra hubo estancamiento o crecimiento de la pobreza.