Luchar contra la pobreza: la opción más económica para Brasil

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Por Marcelo Camargo/ABr. / FOTO: BANCO MUNDIAL 

Un nuevo informe del Banco Mundial indica que la brecha entre gastos e ingresos en Brasil deberá cerrarse en algún momento, a riesgo de que el nivel de deuda quede fuera de control, impactando en la economía y en los servicios proporcionados a la población. El gasto primario del gobierno central representó el 37% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que los ingresos primarios representaron el 36% del PIB. El pago de intereses, no incluidos en los gastos primarios, correspondió al 12,5% del PIB en 2015.

Se pueden realizar ajustes al presupuesto sin dañar al 40% más pobre de la población del país. De acuerdo al reciente Diagnóstico Sistemático de País (SCD por sus siglas en inglés) para Brasil, los programas y servicios orientados a este segmento de la población cuestan apenas el 12,1% del PIB (comparado con el 16,1% erogado en los no pobres) y marcan la diferencia para los más necesitados.

Los subsidios y el actual sistema de pensiones mínimas de la seguridad social benefician a los más ricos mucho más que a la población de bajo ingreso, como se indica en el informe. Esto los convierte en grandes candidatos para su reestructuración.

Al día de hoy, la seguridad social representa casi un tercio (28%) del gasto público. “Basándonos en los datos de la Encuesta Nacional por Muestreo de Hogares (PNAD, Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios), concluimos que el gasto en seguridad social resulta en una distribución del ingreso algo más desigual,” dice Martin Raiser, director del Banco Mundial para Brasil.

Un tema importante es el período de contribución necesario para recibir un salario completo versus el período promedio durante el cual los jubilados reciben ese beneficio: 35 y 22 años, respectivamente. En términos generales, los brasileños comienzan a contribuir al sistema de pensiones de la seguridad social a los 25, se jubilan a los 60 y tienen una esperanza de vida de 82 años. Asimismo, las contribuciones al Régimen General —excluyendo los planes simples y rurales— varían de un 28% a un 31% del salario, mientras que los beneficios jubilatorios para una persona con el mismo perfil representan aproximadamente el 85% del último salario.

Una forma de mitigar este problema es aumentar el período de contribución. Por ejemplo, un trabajador con buena salud que se retire a los 65, en lugar de 60, poseerá valiosos conocimientos y experiencia que transmitir a las nuevas generaciones. “El efecto en la vida de las personas puede ser beneficioso y el impacto fiscal es 100% positivo,” dice Raiser.

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