Planeteando
Por Francisco Vázquez Salazar ⁄ FOTO: NATURA MEDIO AMBIENTAL
La Ciudad de México genera todos los días alrededor de 13 mil toneladas de basura, orgánica e inorgánica (imaginemos el Estadio Azteca al tope), cuyo volumen más amplio se va a tiraderos controlados, algunos aún a cielo abierto en lo que se realiza su confinamiento, y a plantas de transferencia y tratamiento. Sólo una tercera parte se logra reutilizar o reciclar y el resto va a parar a rellenos.
El tema de la basura aparentemente lleva a pensar en suciedad, desperdicio, mugre y cosas desagradables, y sin embargo qué paradójico resulta saber que generaciones enteras de familias se han hecho digamos que millonarias por saber sacar provecho a lo que los demás tiran.
Parte de estos beneficios se puede quedar en casa si somos capaces de aprender a dar el tratamiento adecuado a la basura que generamos, aunque se debe apuntar que antes de cualquier decisión lo mejor sería tomar medidas como rechazar compras de objetos que lleven dobles o triples envolturas, llevar recipientes o bolsas de tela para hacer el supermercado y preferir, si es posible, la adquisición de materias a granel.
Es increíble ver que la sofisticación que las grandes marcas han logrado conseguir en la tecnología aplicada a los recipientes y presentaciones de sus productos no se traduzca en la disminución de volumen de los mismos o en el uso de materiales más amigables con el medio ambiente. Hay envases tipo tetra pack que por cuestiones de estética o funcionalidad abusan del uso de materiales que más bien deberían de disminuir.
Los usos, costumbres y hábitos en casa no ayudan mucho que digamos. De acuerdo con “Mi Libro Verde”, otras veces citado en estos artículos, un desayuno escolar conlleva una cantidad exagerada de basura: la servilleta con que se envuelve el emparedado, el papel aluminio con el que se le protege, la bolsita de plástico con el que se aísla, la otra bolsa en la que se deposita fruta aún con cáscara que no se sabe a dónde va ir a parar, el envase del refresco o jugo para acompañar el almuerzo, dos popotes (no uno, por si al niño o niña se le pierde) y la servilleta para el uso general; tal vez falte agregar el recipiente plástico de la gelatina y/o yogurth si es el caso.
¿Qué ven nuestros hijos en un desayuno así? Que es normal generar tal cantidad de basura, que eso no es importante, que qué buenos son los papás. Y esto, sólo en el desayuno.
Contra este tipo de prácticas que se convierten en formas de vida difíciles de desterrar, debe referirse a la fórmula de las tres “r’s”: reduce, recicla, reutiliza.
Un ejemplo interesante es este: limitar el uso de botellas de plástico permite reducir el uso del petróleo, materia prima de la que derivan. Para hacerlo, basta con utilizar la misma botella para el acopio y traslado del agua de consumo personal.
Otra cosa que se puede hacer con esa botella, en vez de desecharla, es reutilizarla para hacer recipientes, floreros y hasta lámparas útiles para la casa. Aquí el ingenio es lo único que podría detenernos. Se trata de adentrarse en el denominado Ecoarte, el cual tiene un triple valor: adentrarse en el cuidado del medio ambiente, utilizar el arte como vehículo de realización personal y solidaridad humana y adquirir y desarrollar valores cuya práctica conviene no sólo al plano unívoco sino a toda la comunidad.
El Ecoarte deviene así en una manifestación humana del más alto nivel, pues mezcla lo mejor del ser, depositado en una de las materias más unirversalizables, como es la ecología, y manifiesta beneficios tangibles que incluso sobrepasan a las generaciones actuales. Esto es, cuidar el planeta hoy significa garantizar un hogar a los que vendrán mañana.
Lo más sorprendente en esta formulación es cómo se llega a este tipo de expresiones. Podemos remitirnos al inicio de este artículo cuando decíamos que la basura lleva a lo desagradable. A simple vista, pareciera que sí, pero la situación cambia cuando nos damos cuenta de casos como el desayuno escolar, tan cercanos a nosotros por ser nosotros quienes lo propiciamos.
Con la basura convivimos todos los días, está dentro de nuestra convivencia y consumo diario, por lo que darle la vuelta a su significación implica avanzar en una conciencia ecológica que sigue haciendo tanta falta desde los hogares.
Reducir, reciclar y reutilizar, sumado al Ecoarte, representa una fórmula perdurable para afirmarnos en nuestra casa común y mandar mensajes de que queremos ser mejores seres humanos, a la altura de la grandeza de nuestro planeta.
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