Por Juan Danell Sánchez ⁄ FOTO: Ixbalanqué DANELL PÉREZ
Algo que los candidatos a la presidencia de la República debieran incluir en sus compromisos y propuestas de campaña, y simplemente están ausentes, son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), propuestos por la Organización de las Naciones Unidas durante su 70 Asamblea General (2015) para ser cumplidos por todos los países miembros en un plazo de 15 años (al 2030), y que, por cierto, en los apartados económico-sociales de éstos, resultan una calca de los principios que sobre el tema se incluyeron como parte fundamental en el Plan Nacional de Desarrollo de Miguel de la Madrid (1982-1988).
Pero con la forma en que se desarrolla la actual contienda electoral en la que aflora solo la basura del pensamiento y la primitiva forma de hacer política y que la remite a la agresión, el insulto y la difamación en declaraciones y discursos fáciles, muy básicos en su elaboración, simplones y vulgares; por más nobles, ambiciosos y justos que puedan pretender ser los ODS, en México no pasan de ser una utopía o, en el mejor de los casos, demagogia gubernamental tanto en las declaraciones internas, como en los foros internacionales. Los candidatos ignoran su existencia, cuando menos es lo que dejan ver en su discurso y actitud.
En el resumen ejecutivo del Reporte de la Revisión Nacional del Cumplimiento de la Agenda 2030 en México, se precisa que “la puesta en marcha de la ‘Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible’ es un compromiso de Estado para México, transitando exitosamente del seguimiento a los Objetivos de Desarrollo del Milenio al de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El liderazgo de este tema se mantendrá en la Oficina de la Presidencia de la República. Consideramos que la estrategia del cumplimiento de la Agenda 2030 podrá transcender a lo largo del tiempo. No obstante lo anterior, enfrentamos varios retos como, por ejemplo, la adecuada coordinación estratégica de las entidades encargadas de los diferentes aspectos de la agenda; la identificación de los recursos dirigidos a diferentes aspectos de la Agenda y la asignación de un presupuesto específico para este tema; incluir a los diferentes actores de la sociedad en la estrategia de la implementación de la Agenda; lograr un impacto en todos los órdenes y niveles de Gobierno; consolidar una cooperación exitosa para que ‘nadie se quede atrás’, y construir un plan de comunicación efectivo sobre el tema.”
En el mismo documento se plantea que “en la medida en que los ODS sean cada vez más conocidos, habrá mayor presión tanto a nivel nacional como internacional para que las políticas públicas se mantengan orientadas hacia su cabal cumplimiento”, y cita los retos que enfrenta México.
- Garantizar un presupuesto y asegurar la convergencia del presupuesto para la Agenda 2030: Somos conscientes de la necesidad de realizar un análisis de los recursos existentes del presupuesto nacional que están destinados para la atención de los temas ubicados en la Agenda 2030. Asimismo, debemos encontrar una fórmula para garantizar que se reserven los recursos necesarios para el cumplimiento de los ODS, así como de vincular los recursos existentes a la puesta en marcha de diferentes aspectos de la agenda, según sea necesario, dependiendo de las atribuciones de las diferentes entidades gubernamentales. Los legisladores podrán apoyar en este proceso.
- Participación de diferentes actores: También necesitamos establecer mecanismos claros para facilitar la participación de los diferentes actores involucrados en la puesta en marcha de la Agenda 2030, especialmente los relativos a la sociedad civil, aunque el sector privado, los parlamentarios y los gobiernos locales también son actores claves de la Agenda. Debemos encontrar la manera más efectiva de crear alianzas público-privadas que compartan información estadística y consigan recursos adicionales a los previstos por el gobierno que conlleven a la consecución de las metas.
- Cumplimiento de la agenda a nivel federal y local: La Agenda 2030 es un esfuerzo que deberá cumplirse a todos los niveles considerando las diferentes dimensiones del desarrollo sostenible y abarcando el ámbito estatal y municipal. Estamos considerando involucrar a todos los gobernadores del país en este proceso, incluyendo a las nuevas administraciones que están por comenzar sus mandatos. Lo anterior, para que adopten la perspectiva de los ODS en sus planes de trabajo desde el inicio de sus respectivas gestiones.
- Cooperación a nivel regional y global: El principio de “no dejar a nadie atrás” lo deberemos mantener a lo largo de los próximos años, tomando en cuenta las desigualdades que existen entre los países de América Latina y el Caribe. Tenemos que redoblar estos esfuerzos bajo el liderazgo de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID), el apoyo de organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y los trabajos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), incluyendo la definición de los indicadores a nivel regional. México también participa en los diferentes espacios de “gobernanza” de los temas de cooperación internacional para el desarrollo que asegurarán la coordinación de estos esfuerzos.
- Necesidad de establecer un lenguaje compartido que se difunda ampliamente: Finalmente, otro reto es elaborar un plan de comunicación efectivo a nivel nacional para que todos los actores conozcan las acciones que el gobierno está realizando con respecto al cumplimiento de los ODS. Esto nos permitirá generar un sentido de apropiación y poder compartir un lenguaje común sobre lo que se necesita hacer a todos los niveles de gobierno.
Y esto queda claro como el agua silvestre, aquella que se ha salvado de la contaminación propia del crecimiento industrial. Pero cuyo contenido no aparece en las campañas electorales. Y aquí bien vale recordar cuáles son esos ODS que los candidatos no mencionan.
Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible están relacionados con áreas fundamentales como abatir la pobreza, el hambre, lograr la gobernabilidad democrática y consolidación de la paz, y resiliencia ante el clima y los desastres naturales.
En orden de aparición, por importancia, en la propuesta de la ONU están así: fin de la pobreza, hambre cero, salud y bienestar, educación de calidad, igualdad de género, agua limpia y saneamiento, energía asequible y no contaminante, trabajo decente y crecimiento económico, innovación e infraestructura, reducción de las desigualdades, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumos responsables, acción por el clima, vida submarina, vida de ecosistemas terrestres, paz justicia e instituciones sólidas, y alianzas para lograr los objetivos.
En los tiempos corrientes, y los pasados, vemos todo lo contrario. Esos planteamientos son como un barco que se aleja del buen puerto para México y en cubierta el motín de la tripulación se divide en justos y pecadores, todos quieren llevar agua a su molino, sin importar si la nave hace agua y se hunde.