Por Juan Danell Sánchez ⁄ FOTO: Ixbalanqué Danell Pérez
México transita por la oquedad, quizás, más grande de su historia. Los tiempos electorales para renovar, que no cambiar, Gobierno y Congreso federales sacaron a flote lo más primitivo y absurdo del pensamiento de la llamada sociedad moderna; sí, de esa exaltada cuasi perfecta forma de vivir en la que todos tienen oportunidades de ser y hacer, sean negocios, política, y, por qué no, gobernantes, príncipes enanos de localidades o majestades de Estado. Se mueve libre el engaño fácil, la simulación, la estupidez hecha verdad y las proclamas bucólicas de pastores en busca de rebaño. De la realidad del país, apenas un anémico boceto discursivo, pero sólo para descalificar al oponente.
Sin importar el resultado de los comicios del 1 de julio, el encumbrado por el voto, o por el fraude, tiene la obligación de responder a los intereses de los grupos del capital con los que se comprometió a cambio del apoyo económico para sacar adelante su candidatura y triunfo electoral. Quede claro que el compromiso es con los grandes empresarios sean nacionales o extranjeros, la ruta es la misma; someter el país al saqueo de sus riquezas naturales. La diferencia, tal vez única, es que algunos candidatos obedecen al capital nacional, otros a las multinacionales extranjeras. Entre esos grupos es el pleito, no de partidos.
El compromiso, de los contendientes electorales, con el pueblo y la sociedad, es saliva que al tragarse envenena. La historia demuestra el incumplimiento de promesas, compromisos y reivindicaciones, y no sólo del llamado partido en el poder, finalmente todos están cortados por la misma tijera, como dijeran las comadronas de mi pueblo. Hoy México vive las voces de los encantadores de burros, predicadores de la suciedad del pensamiento, que la hay. Los pensadores no necesariamente responden a los intereses de las mayorías, de una sociedad justa y equilibrada, también existen los que están al servicio del capital, del poder oscuro de los Estados y gobiernos.
Y en todo esto al decir pueblo y sociedad, es una forma para incluir y diferenciar entre los pobres y la clase media, que en síntesis conforman el soporte generador de riqueza; hoy día reconocido por la OCDE como la fuerza de trabajo, como motor del desarrollo de la humanidad y del capital en particular. Por cierto, ésta en un atraso vergonzante que le restriega la OCDE a México, en pleno proceso electoral para renovar poderes. Y éste es un tema olvidado a modo en el discurso de las campañas de quienes quieren gobernar el país geopolítica y económicamente más importante para las potencias capitalistas. Y por alguna razón esto remite a Estados Unidos, Rusia y China.
El caso es que en uno de sus más recientes comunicados (10-01-18), la OCDE desliza once recomendaciones para que México pueda superar el profundo atraso en el que se encuentra en cuanto a la calidad y capacidades de su fuerza de trabajo. Dice: “Debido a los altos niveles de informalidad, la calidad de la mayor parte de los empleos en México es baja, y esto no ayuda a desarrollar y mejorar las habilidades de los trabajadores. De acuerdo con INEGI, el 57% de la población ocupada en México trabaja en la economía informal”.
A todas luces este es el resultado de gobiernos fallidos, no de hace 12, 18, 50 años, es lastre histórico, y la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos lo señala: “La proporción de estudiantes de bajo rendimiento en matemáticas es del 56.6%, en lectura del 41.7% y en ciencias del 47.8%. Pero el aprendizaje tampoco está mejorando como debiera en la vida laboral”.
Y esto último, a final de cuentas, es lo que realmente les importa a las empresas, puesto que una fuerza de trabajo de baja calidad no les garantiza la plusvalía, o ganancia, esperada en los procesos productivos.
Pero como cita la propia OCDE, en los registros del INEGI sobre el tema, se precisa que 57% de la población ocupada en México trabaja en la economía informal, dícese de los vendedores ambulantes en las ciudades, sector en el que el empleo se caracteriza por contar con una fuerza de trabajo poco calificada y concentrarse en actividades de bajo valor agregado, vaya mínima productividad de la mano de obra. En síntesis, no hay empleo de calidad, porque no existen políticas de Estado ni salarios que lo propicien.
Pero en la contienda electoral los candidatos hoy hablan y se insultan porque unos y otros son rateros, deshonestos, hijos malnacidos enemigos del pueblo. Para sí mismos exaltan virtudes que sólo conocen por referencia enciclopédica; caminan sobre el delgado hilo de las mentiras verdaderas. Son adoradores que de la demagogia hacen doctrina y credo, para ocultar la realidad que hasta los avezados organismos internacionales ven y puntualizan.
Aquí dejamos, textuales las once recomendaciones que de acuerdo con la óptica de la OCDE pueden sacar a México del atolladero, que, por cierto, los candidatos no mencionan en su discursiva estéril y baladí.
- Reforzar la colaboración entre Secretarías y otras dependencias públicas en la política de formación de habilidades.
- Fortalecer la vinculación entre todos los participantes en el proceso para mejorar el nivel de habilidades de la población.
- Fomentar una estrecha colaboración entre las autoridades sub-nacionales y el resto de los actores del sistema para mejorar el desarrollo de habilidades en todas las regiones.
- Identificar las habilidades necesarias para ingresar y completar con éxito los niveles superiores de educación.
- Recopilar información de calidad acerca de la oferta y la demanda de habilidades en el país.
- Reforzar la diseminación de información acerca de la demanda y oferta de habilidades en el país.
- Apoyar la transición del ámbito académico y de formación al mercado laboral.
- Apoyar la participación en y mejorar los resultados de los distintos programas de activación de empleos para ingresar o reingresar al sector formal de la economía.
- Identificar las habilidades para mejorar la productividad e impulsar la innovación.
- Proporcionar formación permanente y de alta calidad a los trabajadores.
- Identificar las habilidades necesarias para aumentar la empleabilidad y promover el aprendizaje a lo largo de la vida de la población trabajadora.