COVID-19: entre la economía y la vida

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Por Oscar Ugarteche/Alfredo Ocampo

alai-amlatina.- En mayo del 2020 hay una serie de indicadores que muestran el grave impacto económico y social derivado del COVID-19. En esta nota se hará una serie de reflexiones sobre las condiciones en el sector laboral en economías avanzadas (EA) y emergentes (EE) ante el virus; el papel del Estado ante la pandemia; el incentivo económico para echar a andar a la economía y las cadenas globales de valor; y por último se dará un panorama de lo que se espera a la economía mundial.

En primer lugar, el sector laboral de las EA y EE tiene dos rasgos inusuales que resaltan ante el paro de actividades económicas. Por un lado, las EA tienen muy desarrollado el seguro por desempleo, por el otro, las EE no han siquiera podido reducir los niveles de empleo informal. Mientras los primeros tienen elementos para compensar el ingreso de los trabajadores ante el impacto de la pérdida de empleos, los segundos no solo experimentan una pérdida de trabajo, sino que trasladan a la población formal hacia el sector informal, que cabe señalar, carece de apoyos monetarios en situaciones como la actual.

Las EA tienen un espacio económico que permite políticas de aislamiento para contener los contagios. Las EE encuentran difícil el aislamiento, pues gran parte de la población está en el sector informal y no cuenta con los medios para subsistir sin salir a trabajar. Existen gobiernos tanto de las EA como de las EE que, ante pronósticos de un segundo trimestre con caídas del producto peores que las vistas hasta hoy, – hasta del 40%[1] para EEUU y Canadá,- buscan la reapertura económica a cualquier precio.

El país con mayor número absoluto de defunciones a nivel global por COVID-19, como se puede apreciar en la primera figura, es EEUU. Con el registro de nuevos contagios en Corea del Sur, China, España y Alemania, se han dado indicios de una segunda ola de contagios, que indica que reabrir las economías significa un peligro potencial.

Cuando se observa el número de muertos por COVID-19 por millón de habitantes, por país, lideran San Marino, Bélgica y Andorra, con 1,208; 740 y 621 muertos por millón. Cabe destacar que, entre los 15 países con mayor mortandad por millón, 13 países son europeos y dos norteamericanos, EEUU que ocupa el lugar 11 y Canadá la posición 14. Un aspecto para considerar es que la ola de contagios se dio primero en Asia, pero el brote fuerte ha sido en el viejo continente. Suecia, país que también optó por no implementar medidas de confinamiento, tiene más muertos por millón de habitantes que EEUU, pues el primero tiene 319 y el segundo 238.

La pandemia del COVID-19 recuerda que la salud es un bien público y la necesidad de un sistema de salud universal y gratuito es fundamental. Igualmente, ante la falta de ingresos se debe pensar en un seguro de desempleo universal. Eso se puede conseguir a través de medios fiscales, pero no con reducciones a impuestos corporativos o con políticas de austeridad. No obstante, existen grandes diferencias entre EA y EE en lo referente a la capacidad de gasto o endeudamiento. Previo a la crisis, EEUU ya tenía una deuda pública total superior a 105% del PIB de 2019. Con los paquetes de apoyo empresarial para paliar los efectos del COVID-19, estos niveles van a aumentar.

Los datos recientes para el comercio internacional apuntan a caídas drásticas. Hasta abril de 2020, EEUU registró caídas tanto de las importaciones como las exportaciones, que se iniciaron en marzo del 2018 como efecto de la guerra comercial. En China, de su lado, las importaciones continuaron la caída iniciada en diciembre del 2019. Esta se explica por la interrupción de las cadenas globales de valor (CGV) y la reducción de los precios de las materias primas, entre ellas el petróleo. También hubo una caída del volumen por el cierre de las actividades económicas (ver http://obela.org/analisis/la-caida-de-volumen-de-comercio-mundial-y-los-commodities).

Para las economías exportadoras de commodities, así como de insumos elaborados, la caída de las importaciones será más fuerte. Los países de América Latina, África y los del Sudeste asiático pueden resultar más golpeados, resultante de un doble efecto: por la caída de la producción interna y de las exportaciones. Así, el impacto económico del COVID-19 puede ser mucho mayor que el estimado en las últimas proyecciones del FMI en abril: una contracción mundial de -3% del producto, de -5.9% en EEUU, -7.5% en Unión Europea y una caída del crecimiento de China a 1.2%.

Las presiones para reactivar las CGV para reducir el impacto económico aumentan, pero se ha visto una segunda ola de contagios en los países que intentan regresar a la normalidad. El ejemplo sueco, que tanto se ha difundido, tiene un altísimo costo en vidas humanas, como se ha visto. La disyuntiva en el cortísimo plazo es: recuperar la economía con costo en vidas humanas o seguir con el aislamiento y arriesgar una caída económica mayor.

Num.14, Año 2020, 15 de mayo

– Oscar Ugarteche, Investigador titular “C”, IIEc-UNAM, SNI III Conacyt, coordinador del obela.org
– Alfredo Ocampo, Facultad de Economía, UNAM, Miembro del obela.org
Fuente: OBELA, Observatorio Económico Latinoamericano, www.obela.org
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