Todos los niños y niñas nacen con el mismo derecho inalienable a gozar de un comienzo saludable en la vida, de una educación y de una infancia segura y protegida. Pero en todo el mundo hay millones de niños a los que se priva de sus derechos y de todo lo que precisan para crecer sanos y fuertes, debido a su lugar de nacimiento, a su origen familiar, a su raza, a su etnicidad o a su género, o porque viven en la pobreza o padecen una discapacidad.
Se han producido grandes avances en todo el mundo, pero el progreso no ha sido equitativo, ni justo.
La inequidad pone en peligro a millones de niños y amenaza el futuro del mundo. A menos que se acelere el ritmo de nuestros progresos para llegar a ellos, el futuro de millones de niños desfavorecidos y vulnerables –y, por tanto, el futuro de sus sociedades– se encuentra en peligro.
Los índices actuales de progreso son insuficientes para interrumpir esos ciclos y cerrar las brechas de la inequidad antes de 2030, la fecha límite para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que han sido concebidos como un compromiso para atender las necesidades de todo el mundo sin dejar a nadie atrás.
Si se mantienen hasta entonces las tendencias actuales, algunas regiones y países cuyas poblaciones están en aumento y presentan altos niveles de desventajas, como es el caso de África y Asia, seguirán registrando el mismo número de niños que no van a la escuela en la actualidad.
Casi 120 millones de niños padecerán retraso en el crecimiento, lo que debilitará su desarrollo físico y cognitivo y tendrá consecuencias irreversibles. Los conflictos y las crisis crónicas derivadas de los efectos del cambio climático pondrán en peligro las vidas y el futuro de los niños, y obligarán a cada vez más familias y niños a desplazarse, lo que aumentará la vulnerabilidad e intensificará esas desventajas.
La inequidad no es ni inevitable ni infranqueable. Si se realizan las inversiones adecuadas en el momento preciso, los niños desfavorecidos podrán disfrutar de su derecho a vivir una vida mejor.
Si reducimos las desigualdades que hoy en día constituyen una violación de sus derechos, dichas inversiones ayudarán a que esos niños tengan vidas más productivas cuando sean adultos y, así, podrán brindar más oportunidades a sus propios hijos. De este modo, se sustituirían los ciclos intergeneracionales de privaciones con ciclos sostenibles de oportunidades. Esa es la promesa –y el imperativo– de la equidad.
Todos los niños tienen el derecho a una oportunidad justa, y todas las sociedades tienen la responsabilidad de brindar oportunidades a sus miembros más jóvenes. Partiendo de la base de la labor conjunta del Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas (Unicef) y sus aliados, han planteado cinco elementos esenciales que representan extensos caminos que, a menudo entrelazados, nos dirigen hacia la equidad:
Información. Proporciona datos que revelan a quién se está dejando atrás, qué programas están fracasando y cuáles están logrando atender a quienes más lo necesitan, es un principio operativo primordial del desarrollo equitativo. Por ello es esencial mejorar la disponibilidad y la calidad de los datos relativos a los niños y las familias en situación de mayor necesidad.
Integración. Adoptar un enfoque multidimensional para afrontar las diversas privaciones que impiden que los niños tengan una oportunidad justa en la vida.
Innovación. Acelerar el cambio para los niños más desfavorecidos mediante el uso de nuevos y diferentes enfoques para el desarrollo.
Inversión. Calcular presupuestos centrados en la equidad y realizar una financiación innovadora para atender a los niños y las familias más excluidas.
Implicación. El desarrollo equitativo es un desarrollo inclusivo. El desarrollo se está volviendo más horizontal; está cruzando sectores, ubicaciones geográficas y grupos de edad, y sobrepasa las barreras tradicionales a la participación.
La mayor cooperación, coordinación y colaboración entre los países de ingresos bajos y medianos está favoreciendo la creación de un intercambio sustancial de recursos, tecnología y conocimientos para abordar los obstáculos más frecuentes.
La hora de actuar es ahora mismo. Promover la equidad –una oportunidad justa para todos y cada uno de los niños y niñas– es una elección que podemos tomar y que debemos tomar. En favor de su futuro y del futuro de nuestro mundo.